La perfecta inocencia es la perfecta ignorancia.
Para que una niña sepa lo que le corresponde se le exige que no sepa nada.
Que un inocente es mejor que toda vana elocuencia.
Quien culpa no tiene, rubor no siente.
¡El delito es prudente y cauteloso! En cambio, ¡qué imprudente es la inocencia!
No existe más valor que la inocencia; ni más constancia más que una buena causa.