¡Oh, dulce concupiscencia de la carne! Refugio de los pecadores, consuelo de los afligidos, alivio de los enfermos mentales, diversión de los pobres, esparcimiento de los intelectuales, lujo de los ancianos.
El instinto se satisface lo mismo en el acto sexual lícito que en el clandestino, puesto que es por naturaleza independiente de la conciencia moral.