Dos personas no se penetran nunca hasta el alma, hasta el fondo de sus pensamientos; caminan el uno junto al otro; a veces abrazados, pero no fundidos, y el ser moral de cada uno de nosotros se mantiene aislado durante toda la vida.
Cuando un hombre es un islote, difícil es que pueda armonizar con otro, a no ser en aquello que puede enriquecer a ambos.
Todas las enfermedades del espíritu que conducen a la más triste ruina derivan principalmente del aislamiento. Son la concentración del hombre sobre sí mismo.
Cuanto más seas del mundo, menos necesitarás de él.