Contra la prensa mentirosa y falaz, cobarde y mercenaria, no hay más que una defensa decisiva y fuerte: la buena prensa.
La página roja de los diarios es un cuadro de costumbres, me gusta mucho. Ahí está la invención, los instintos, la anécdota cotidiana.
La prensa estimula el amarillismo autoritario, no es debate racional, incluyendo el debate racional y democrático sobre el Poder Ejecutivo.