No hay ningún hombre absolutamente libre. Es esclavo de la riqueza. O de la fortuna, o de las leyes. O bien el pueblo le impide obrar con arreglo a su exclusiva voluntad.
El hombre verdaderamente libre es el que puede rechazar una invitación a comer sin excusarse.
La naturaleza nos engendra a todos libres, y por tanto es natural el sentimiento de la libertad.
Cuando las personas tienen la libertad para hacer lo que quieren, por lo general empiezan a imitarse mutuamente.
¡Oh, libertad preciosa, / que oro de la tierra / es precio vil para poderte comprar!
Libertad significa responsabilidad; por eso le tienen tanto miedo la mayoría de los hombres.
Tiempo es ya de consagrar a la libertad los cultos debidos, en altares limpios de sangre.