La fortuna se mueve aprisa, y casi todos los hombres despacio. Por eso no la alcanzan.
Quien a poco se atreve, a menudo encontrará fortuna adversa.
La fortuna se cansa de llevar siempre a un mismo hombre sobre las espaldas.
La fortuna es como la policía: siempre llega tarde.
A menudo, la fortuna nos hace pagar muy caro lo que creemos que nos ha regalado.
La fortuna es caprichosa, pero no siempre es ingrata.
La fortuna no cambia a los hombres; solamente les quita la máscara.