No se han hecho ni han de hacerse cosas grandes e inmortales sin arriesgar el todo por el todo.
¡Ay, inmortalidad, sueño del alma que aspira a lo infinito! Si existieras, ¡qué martirio tan bárbaro sería!
Nada pudo imaginarse de peor manera: Parecía que la naturaleza había dispuesto que las tonterías de los hombres fueran pasajeras; pero los libros las hacen inmortales.