El revolucionario es el burócrata de la utopía.
El mayor error de los hombres de la revolución consiste en no conocer la oportunidad de los proyectos que emprenden.
El revolucionario no se rebela contra los abusos, sino contra los usos.
Hay que distinguir a los llamados revolucionarios que se formaron alentados por la revolución política y social, de los que han demostrado ser sólo revolucionarios burócratas.
Todos los revolucionarios carecen de humor y ésta es la causa principal de su fracaso.
La manera más fácil de aparecer como revolucionario es exigirles a otros que lo sean.