La revolución es la larva de la civilización.
Tonterías cometidas por gente discreta, extravagancias hechas sensatas; crímenes cometidos por hombres honrados: ésas son las revoluciones.
La única revolución posible: meter luz en las cabezas y calor en los corazones.
Las transiciones precipitadas no son sino transiciones aparentes, nunca progresos reales.
Los ideales permanentes de la revolución son la libertad, la democracia y la justicia social.
Los intelectuales y técnicos no han correspondido al ideario de la revolución. La han entendido pero no la han atendido.
La revolución para ser tal, debe arrancar del mismo pueblo.