Quien va con un hombre a la mesa y casada a la cama, no necesita manjares selectos ni colchón de plumas.
La abstinencia es buena tanto para la cabeza como para la bolsa.
Todo amor es sacrificio; Dios es el límite del amor humano y del sacrificio.
Mientras el hombre más se niegue a sí mismo, más obtendrá de Dios.