Las matemáticas forman una salsa que viene bien a todos los guisos del espíritu. Armonizan con la música y el arte en general. Como que todas son armonías, variedades en una o en otra forma, que se resuelven en una alta y bella unidad.
Las matemáticas no pueden eliminar ningún prejuicio, ni moderar la testarudez, ni atenuar el espíritu de partida; no pueden hacer nada en el ámbito moral.
El dicho aquel de que quien no supiera geometría no podría entrar en la academia del filósofo no significa en absoluto que para ser sabio haga falta ser matemático.
Yo matemático de vocación, no veía probable mi muerte, pues en la estadística demográfica comí siempre muy bien.
Dejad a un lado las formas sustanciales y las cualidades ocultas, y referid los hechos naturales a leyes matemáticas.