Hay pocas animales más temibles que un hombre comunicativo que no tiene nada que comunicar.
El destino del hombre es vivir en el paroxismo del fastidio.
Encontramos siempre el fastidio en la compañía de personas que nos permiten ser fastidiosos.
El mayor fatidio proviene de demasiadas congratulaciones.
El secreto de no hacerse fastidioso consiste en saber cuándo deternerse.