No legaré a nadie un reino que no heredé, sino que adquirí por la fuerza y a costa de sangre. Lo dejaré en manos de Dios, aunque me alegraría que lo consiguiese mi hijo.
Que esto de heredar algo borra o templa en el heredero la memoria de la pena que es razón que deje el muerto.
Cada uno de nosotros encierra en sí todos los siglos.
Tus sobrinos segundos recogerán tus frutos.