Acomodar a un tiempo y a un país lo que en otro país y otro tiempo, ha probado bien que es la manía más frecuente de los políticos.
El talento no impide tener manías, pero las hace más notables.
Las manías de un gran hombre tienen que ser respetadas, porque el tiempo perdido en luchar contra ellas es demasiado preciso.
Seamos hoy sabios. Dejemos nuestras manías aplazadas.