Ningún propósito es tan alto que pueda justificar a mis ojos métodos indignos de lograrlo.
Dos extremos: excluir la razón y no admitir más que la razón.
Ninguna cosa deseo; no aborrezco en extremo y así me apetece que ni la próspera fortuna me ensoberbece ni la adversa me atormenta.
En la circunferencia, el comienzo y el fin coinciden.