Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla.
No todos los hombres pueden ser ilustres, pero sí pueden ser buenos.
Los humanistas gustan encontrar la calma en la benevolencia y en ella también encuentran utilidad los que poseen la verdadera ciencia.
Quien volviendo a hacer el camino viejo aprende el nuevo, puede considerarse un maestro.
Amar y reconocer los defectos de la persona que se ama es una cosa rarísima en el mundo.