Las mayores batallas de la vida se libran cada día en las cámaras silenciosas de nuestro propio corazón.
Los líderes no nacen ni se hacen, sino que se hacen a sí mismos.
Mientras que la administración se orienta al problema, el liderazgo se dirige hacia la oportunidad. La administración se focaliza en el límite inferior: «¿Cómo puedo hacer mejor ciertas cosas?». El liderazgo afronta el límite superior: «¿Cuáles son las cosas que quiero realizar?».
Si seguimos haciendo lo que estamos haciendo, seguiremos consiguiendo lo que estamos consiguiendo.
¿Cuántos, llegados a su lecho de muerte, se lamentan de no haber pasado más tiempo en la oficina?