La mejor manera de vengarse de una mala persona es no parecérsele.
Encaríñate con tu oficio, por pequeño que sea, y descansa en él.
Antes de empezar a hablar, procura que en tu rostro pueda leerse lo que vas a decir.
A nadie le acontece cosa alguna que sea incapaz de soportar.
Lo que no es útil para la colmena no lo es tampoco para la abeja.
Hay que ser derecho, no enderezado.
Que cada uno de tus actos, palabras y pensamientos sean los de un hombre que, acaso en ese instante, haya de abandonar la vida.