La ventaja de ser inteligente es que así resulta más fácil pasar por tonto. Lo contrario es mucho más difícil.
De vez en cuando, el jefe reestructura la empresa de pies a cabeza. Pero eso no es grave, ya que todo sigue igual que antes.
No te dejes impresionar por ningún experto que te diga: «Oiga, yo llevo ya veinte años haciendo las cosas así». Es perfectamente posible pasarse veinte años haciendo las cosas mal.
Para juzgar correctamente a una persona, hay que preguntarse: «¿Te gustaría que fuera tu jefe?»