Lo que importa es tener sed.
La mayoría de los hombres no se escuchan cuando hablan. Repetidles sus palabras cuando las acaban de pronunciar y no las reconocerán.
Si quieres hallar en cualquier lado amistad, dulzura y poesía, llévalas contigo.
Hay en el silencio una virtud venenosa. Cuanto menos se habla, menos urgentes parecen las razones que se tienen para tomar la palabra.