He observado muchas veces que para prosperar en este mundo hay que tener aire de tonto, pero sin serlo.
Máxima admirable: no hablar de las cosas hasta después de que estén hechas.
Los hombres somos más capaces de grandes acciones que de buenas acciones.
Cuanto menos piensa el hombre, más habla.
Lo que a los oradores les falta de profundidad os lo dan en extensión.